Absentas de España

La producción de absenta empezó en Suiza, si bien fue en la Francia de finales del siglo XIX cuando se popularizó su consumo, hasta su prohibición en toda Europa, excepto en Portugal y España, debido a sus efectos alucinógenos.

Y es que, si hay una bebida en el mundo capaz de levantar el ánimo creativo es la absenta. Y, si no, que se lo pregunten a Toulouse-Lautrec o a Óscar Wilde, genios increíbles y bebedores de esta bebida apodada como 'El hada verde'. De sabor anisado y aromas complejos, la mezcla de hierbas que compone este licor contiene principalmente una planta con múltiples propiedades medicinales. Dicha planta lleva por nombre Artemisia absinthium (ajenjo o artemisa en lengua común) y, entre otros, se utiliza como tónico, febrífugo y antihelmíntico.

Aunque su origen no es español, sí hay absenta española desde hace muchos años. Uno de sus productores más conocidos son las destilarías Marí Mayans, fundadas en 1880 por el señor Juan Marí Mayans, aficionado a las plantas aromáticas y medicinales y que empezó a elaborar licores destilados por aquel entonces. La destilería sigue funcionando hoy en Ibiza, desde donde nos llegan algunos de los más famosos licores y absentas de España. Se trata de una asbenta 100% natural y se produce utilizando la misma fórmula que dio fama a la destilería en Inglaterra, Alemania, Francia y resto de Europa.

También desde España, y en concreto desde Palau Solità i Plegamans (Barcelona), nos llega la absenta Deva en dos graduaciones diferentes. Esta absenta española se fabrica a partir de una destilación de una mezcla de plantas entre las que encontramos la artemisa, el anís verde o el hinojo.

Pero, ya sea absenta elaborada en España o en otro país, lo que sí se recomienda a la hora de su consumo es servirla en un vaso especial para absenta, que cuenta con una cuchara agujereada que permite diluir mejor la absenta con agua y azúcar (1 parte de absenta por 3 o 5 partes de agua) y filtrar los posos. Y es que beber absenta es todo un ritual que llevó, durante los años de mayor popularidad, a instalar en los bares fuentes de agua fría en el centro de las mesas con sus grifos respectivos, para que así cada bebedor pudiera rebajar a placer la absenta servida y seguir con las largas jornadas de conversación y socialización que caracterizaron la época.